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Patti Smith, en el Cielo y en la Tierra


28 de octubre de 2012

La mítica cantante cambia la fecha del concierto en la Riviera de Madrid, que presenta su último disco Banga, debido a la huelga general del 14-N.


Patti Smith debe de ser la única roquera que se lleva las gafas de leer a los conciertos. Hasta donde yo sé, la melenuda suele recitar poesía y dar las mismas chapas sobre Rimbaud en todos los escenarios antes, eso sí, de arrancarse y desencajar los oídos del auditorio con su impresionante voz, que no hay edad en el mundo que pueda domar. Escuchando lo último, Banga, pienso definitivamente que la energía y la pasión por la música no tienen caducidad. A los 65 años Patti no está en el tope, pero casi.



Cartel comercial del concierto en la Riviera
Su disco después de ocho añazos (sin contar el de versiones; ella va a su ritmo, ya sabemos) recuerda algo a Trampin´ y, como nos tiene habituados, consiste en un reparto de homenajes a sus ídolos. Amy Whinehouse, Johnny Depp o la actriz Maria Schneider tienen su canción dedicada. Patti nos hace viajar por sus tierras inexploradas, nos trae la mirada de Amerigo Vespuccio hacia el Nuevo Mundo, con inspiraciones de Gogol, con melancolía de Johnny Cash. A Whinehouse (su canción es la curiosidad del disco) le hace un homenaje algo ñoño y naive; repite espíritu del tema que hace tiempo compuso a Kurt Cobain (Patti y su pasión por los muertos jóvenes; parece que no ha aprendido en su propias carnes que ése no es requisito necesario para entrar en la leyenda). Como homenaje es mucho más bonito Maria, un réquiem instrumental y emocionante donde la niuyorquina saca su mejor poesía.
Hay por todo el álbum, esparcidas, sus guitarras y baterías un poco poperas. Violines. Un puntito de electricidad (un par de canciones rock entre tanta balada). Subidas y bajadas de intensidad. La consabida música emotiva llevada por su emocionante voz. Es música para escuchar mientras miras correr caballos desde un tren, o algo así. Es, en definitiva, su privilegiada mirada femenina dentro de un género –musical- siempre asociado al mismo género –masculino-.
Hay algunas joyas. Tremenda Fuji-San, dedicada al Japón post-tsunami, con un comienzo de plegaria y la aparición de las guitarras rotundas. Recuerda a Gandhi (la insuperable Gandhi). Y tremenda Tarkovsky, hablada y de instrumentación soberbia, donde demuestra una vez más que aquella lejana muchacha de los recitales poéticos incendiarios ha evolucionado un arte que mezcla el speech y la música (aunque, como suele suceder, tanto recitado se hace un poco pesado). Su poesía, como siempre, hay que entenderla. Muy íntima y grandilocuente, a mí me cansan un poco sus rollos líricos sobre la salvación de almas y las hermanas de la misericordia y los púlpitos y los oráculos… Da la sensación de que Patti siempre se ha levantado desde el cristianismo más rancio para plantar su singular rebeldía (ésa que empezó con la mítica proclama de que “Jesucristo murió por los pecados de alguien, pero no por los míos”...).

Patti Smith en un concierto de 2007 en Madrid. Foto: Diana Moreno

Y esa rebeldía no es pose. El aparente activismo de la abuela del punk no es postizo, al igual que su célebre estribillo de la gente tiene el poder no es puro marketing hueco. Yo ya había leído algunas entrevistas en las que realizaba certeras declaraciones contra la política de George Bush (le acusó, en plena época de la invasión de Irak, de “ensuciar el nombre de nuestro país”, de “usar la retórica de la libertad para justificar la tiranía”). También ha tenido palabras para los periodistas asesinados en México, las víctimas de los conflictos, y se la ha visto en protestas y manifestaciones.
Quizá por todo esto cuando, con disco y gira nueva, la Smith y su banda han tenido que cambiar el concierto en la Riviera del 14 al 15 de noviembre debido a la huelga general, muchos han pensado que secundaban la huelga. Aunque hay poca información, todo apunta a que el cambio les ha venido impuesto; sin embargo, algunos medios lo interpretan como otro gesto reivindicativo por parte de la vieja roquera. Sería algo coherente en una persona que ha estado siempre comprometida tanto en lo artístico como en lo social. La mujer espiritual tiene, a pesar de todo, bien puestos los pies en la tierra. 




Artículo de Diana Moreno


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